martes, 12 de diciembre de 2017

El Rap de Nietzsche: Dios ha muerto, por Piter


 


Después del éxito de su Rap de Parménides, vuelve nuestro rapero favorito, Piter (3.14t3rmusic@gmail.com), con este temazo sobre el filósofo alemán Friedrich Nietzsche (lo estudiaremos a final de curso). Letra, música, imágenes (gracias al no menos genial Álvaro shotbuster) son tan diábolicas, angelicales, espectaculares y certeras como lo era el propio Nietzsche.

¡¡Hay que difundir la buena nueva. Piter, el rapero anticristo, ha vuelto!! ¡¡A disfrutar!!




martes, 5 de diciembre de 2017

Teaser-New song del rapero Piter



Piter, nuestro rapero de cabecera, está a punto de lanzar su nuevo rap filosófico. Será el próximo día 12, y aunque es una sorpresa absoluta, aquí va el trailer o teaser. Ojo, que da miedo!!!


sábado, 25 de noviembre de 2017

Machismos y micromachismos


Como os comenté en clase os dejo varios enlaces para debatir sobre el asunto del machismo. Aquí tenéis el magnífico vídeo que han grabado algunos compañeros vuestros sobre la violencia de género. Y aquí, otro vídeo impresionante sobre el mismo tema. Y si quereis saber la historia de Pepe y Pepa también podéis pulsar aquí.  Para acabar, algunas reflexiones sobre "micromachismos": piropos, amores macarras, letras de canciones de reggaeton...

viernes, 24 de noviembre de 2017

Genes, familias y educación

A mis alumnos les subleva que los padres puedan diseñar el cuerpo de sus crías, y ven en ello mil y un peligros, pero les parece perfectamente aceptable que les eduquen y moldeen el alma como quieran sin tener, para ello, ningún mérito acreditado...Vamos a ver – les digo –, si para que yo, que soy vuestro profe, pueda formaros en algunas cosas muy concretas, y durante unas pocas horas, he tenido que estudiar muchos años y superar unas pruebas muy duras, ¿cómo es que para tener un hijo y educarlo como uno quiera durante toda la vida no hay que hacer, normalmente, ni un simple test psicotécnico? ¿Es esto lógico? Es cierto – añado ante el gesto de indignación de algunos – que el amor es condición necesaria y fundamental para educar, y que de eso los padres andan siempre sobrados, ¿pero basta con eso?... De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Día Mundial de la Filosofía 2017



Queridos cavérnicolas, ahí van las cosas que estamos haciendo para celebrar el Día Mundial de la Filosofía 2017.

Hace unas semanas celebramos nuestro III Master de Retórica y Sofística Aplicada. Aquí podéis ver algunas fotos y vídeos.


El pásado martes el bardo rapero Piter (@3.14t3r) interpretó en directo su Rap de Parménides antes miles de oyentes en el Eleam Cave Garden de la Caverna. Podéis escucharlo pulsando aquí, en el resumen que hicimos para nuestro programa de radio Diálogos en la caverna.



Este jueves, un grupo de cavérnicolas (los peores y más engañados con las imágenes del fondo de la caverna) fue obligado a asistir al programa de Canal Extremadura Radio "El sol sale por el oeste", para charlar de filosofía y cualquier otra cosa (es decir, también de filosofía). Podéis escucharlo aquí (desde minuto 42:25)


Mañana viernes daremos un maratoniano paseo por los institutos de Mérida para celebrar (con un día de retraso) el día de la filosofía. La actividad la dirige Juan Martín, nuestro compañero del Extremadura (esta actividad solo para Filosofía 4º de ESO).


Os recuerdo que está abierto el plazo para inscribiros en las V Olimpiadas de Filosofía, que este año, en su fase nacional, se celebran en Extremadura (la final será en nuestro instituto). Para más información pulsar aquí  o consultad con vuestros profesores de filosofía.

El próximo fin de semana, el Centro de arte Orígenes organiza talleres, exposiciones, tertulias y espectáculos artísticos para celebrar el Día Mundial de la Filosofía (todo gratuito). Para más información pulsar aquí

Y aquí dos artículos publicados por vuestro profe sobre el asunto durante esta semana ( "Enseñar filosofía" y "Día mundial de la filosofía") en los que, indirectamente, hablo también de vosotros.



martes, 14 de noviembre de 2017

Día mundial de la filosofía con el rap de Parménides.


¡¡¡En vivo y en directo, y con lo motivo del Día Mundial de la Filosofía, desde el Eleam Cave Garden, y ante miles de personas, el rap que empezó cantándose en el aula de un instituto de Mérida y es ya una leyenda!!! Con todos vosotros la nueva versión en vivo paraRadio Nacional del rap de Parménides y los Eleatas creado e interpretado por Pedro "Piter" Fernández (@peterferpa y @3.14t3r) 




martes, 26 de septiembre de 2017

Oriente y Occidente. El nacimiento de la filosofía. El paso del mito al logos.


Como ya hemos dicho la filosofía es reflexión, pensar en lo que pensamos, mirarnos en las ideas que tenemos para así conocernos y mejorarnos. También hemos dicho que las ideas más grandes y profundas, que son las que más nos interesan, son las que tienen que ver con la existencia (la realidad), con nuestra identidad como personas, con el problema de la verdad, y con los valores (lo bueno, lo justo, lo bello). Y que el curso que hemos empezado va de esto: de la historia de estas ideas, de como los hombres las descubrieron, las convirtieron en preguntas e intentaron darles respuesta.

Muy al principio, en la "infancia" de la humanidad, los hombres confiaban como niños en lo cuentos y en los mitos. En ellos se daba respuesta a todo, y las ciencias, despreocupadas de las grandes preguntas, se limitaban a resolver problemas prácticos. Los hombres miraban a las estrellas, pero no por afán de comprender su naturaleza, sino para guiar sus barcos y para buscar señales del dios que dirigía sus vidas.
Teoría del tiempo axial de Karl Jaspers

Más adelante, allá por el primer milenio antes de nuestra era, la humanidad pareció despertar, como un adolescente que empezara a cuestionarlo todo. Aparecieron personajes extravagantes que preferían el ocio al negocio y discutir en las plazas en vez de pontificar en el templo. Estos estrafalarios seres se preguntaban en voz alta por la verdadera realidad (más allá de las apariencias), por el verdadero hombre (más allá del cuerpo), por una forma de vivir más verdadera (más allá del comer y el vivir bien), y por la verdad misma (más allá de nuestros engañosos sentidos).
Imagen de Confucio
Eran los sabios de la China (Lao-Tsé, Confucio), los brahamanes hindús, los magos de la lejana Persia (seguidores de Zaratustra), los profetas de Palestina... Y, también, los filósofos griegos. Entre todos ellos provocaron una “revolución mental” en el mundo, aunque no todos del mismo modo...

Los sabios de Oriente (desde la China a Palestina) acabaron por dar una respuesta religiosa a las grandes preguntas. Crearon nuevas religiones en las que la realidad se concebía como un Dios innombrable y oculto a los ojos, el hombre como un alma deseosa de librarse del cuerpo, la verdad como un asunto del espíritu, y la vida buena como una negación de los deseos mundanos... Estas religiones son el origen de las que conocemos hoy: el judaísmo y el cristianismo, el mazdeísmo, el hinduísmo, el budismo, el taoísmo...


Los sabios de Occidente (los filósofos), en cambio, apostaron por algo radicalmente nuevo: la crítica de toda verdad religiosa y la búsqueda de una respuesta racional a aquellas mismas cuestiones. En lugar de un Dios innombrable, los filósofos propusieron un principio racional como explicación de todo. En vez de un alma negadora del mundo, los filósofos pensaron al hombre como un alma capaz de comprender y dominar ese mismo mundo. Además de un asunto del espíritu, los filósofos consideraron a la verdad como experiencia de los sentidos. Y en las antípodas de la negación de los deseos, los filósofos creyeron que la vida buena consistía en desear y superarse constantemente. Esta “apuesta” por la explicación y el diálogo racional, por el dominio técnico de la naturaleza, por la experiencia mundana y por el deseo de progresar fue, desde entonces, la seña de identidad de nuestra civilización. Con ella la humanidad despertó del todo (o eso creemos nosotros, los occidentales) y fue desarrollando a lo largo de los siglos todo el conocimiento racional que, según solemos decir, nos caracteriza a los seres humanos. Con la filosofía, especialmente, nació un modo de saber puramente teórico (un saber por saber, no vinculado a necesidades prácticas ni a prácticas religiosas), reflexivo (un saber del saber mismo, dirigido no solo a explicar, sino a explicar el por qué de la propia explicación) y siempre crítico (un saber desconfiado, carente de fe, interrogativo)...


Este “despertar” filosófico de Occidente ocurrió en torno al siglo VI a.C, en las prósperas colonias griegas del Mediterráneo, en pequeñas ciudades en que la gente estaba acostumbrada a negociar y discutirlo todo en plazas y asambleas, y en las que la religión estaba a cargo de poetas que igualaban a dioses y hombres bajo una misma Ley común (la Necesidad o el Destino). No siendo el mundo fruto de la voluntad incomprensible de los dioses, sino cosa de leyes, los filósofos se lanzaron al descubrimiento de esas leyes, buscaron explicaciones “naturales” (basadas en la observación y la lógica) a lo que antes se explicaba con mitos y leyendas, cambiaron la revelación por el descubrimiento, la creencia ingenua por la reflexión crítica, la repetición por la innovación, el lenguaje imaginativo por los argumentos y los conceptos abstractos...


En Grecia, este tránsito desde el saber mítico al saber racional, o como suele decirse: el paso del mito al logos (logos significa “razón” o “argumento”), no ocurrió de la noche a la mañana, sino muy lentamente, hasta el punto de que los primeros filósofos aún hablaban en un lenguaje mítico, daban nombres de dioses a las causas naturales y se expresaban a través de poemas y cuentos... Pero aunque lento, el proceso fue imparable. Los hombres acabaron por olvidar a los dioses y empezaron a dar razón de todo por sí mismos. La filosofía y, con ella, la civilización occidental, habían nacido... 

La Escuela de Atenas, pintada por Rafael 

En Occidente nació la filosofía y la ciencia (la cultura racional y humanística), en Oriente permaneció la religión y la tradición (la cultura de la fe). Occidente representa un tipo de cultura dinámica, sujeta a crítica y a cambios. Oriente representa una cultura más estática, donde prima el respeto sagrado a la tradición. En Occidente no hay más autoridad que los argumentos. En Oriente las discusiones acaban con el argumento de autoridad. Los occidentales (los griegos, nosotros) creemos que nuestra manera de vivir es la mejor: ser libres es tener ideas propias, ser bueno depende de saber qué es lo bueno, "realizarse" como persona es esforzarte por ser más consciente y lograr todo lo que deseas, la vida humana es cambio, progreso, investigación,  transformación de la realidad... Pero los orientales también creen que su forma de vida es la mejor. Para ellos ser libre es liberarse de uno mismo, dejarse llevar, confiar en la divinidad; la bondad es entrega a Dios, no a una sabiduría que nos aleje de él; la felicidad es reconocer nuestra insignificancia, ser humilde, anular la inquietud y el deseo (desear cosas es lo que nos hace desgraciados); este gozo supone comprender que nada cambia, y consiste en contentarse con como son las cosas de este mundo (pues, al fin y al cabo, este no es el mundo de verdad)... 



¿Estáis de acuerdo con todo esto? ¿Son tan diferentes la civilización occidental y la oriental? ¿Quién pensáis que se equivocó? ¿Qué tipo de vida es mejor? ¿No cometimos los occidentales un tremendo error al probar del árbol de la sabiduría? ¿No sería mejor volver "atrás"? ¿No estará la felicidad más en la entrega confiada y la inocencia (la fe) que en el conocimiento y el "progreso"?


Os enlazo, por cierto, esta entrada del maravilloso blog de nuestro amigo y vecino de caverna Juan Antonio Negrete, y que trata también de los orígenes de la filosofía.


domingo, 7 de mayo de 2017

Fotos de excursión a Amsterdam




Pulsando aquí tendréis una selección de fotos de nuestra excursión a Amsterdam.


Filosofía del sábado noche.


Tres cosas hacen falta para cambiar el mundo: una idea certera de qué es la justicia (o, al menos, de lo que no lo es), un grado suficiente de organización y disciplina, y jóvenes, muchos jóvenes. Esto último lo tengo muy claro. Me lo ha enseñado mi trato con los alumnos durante años. Y me lo confirma la experiencia – cada vez más frecuente – de encontrármelos entregados a la filosofía o la política en su tiempo libre. El domingo pasado – por ejemplo – sorprendí a algunos en un local de Mérida hablando de cosas como la esencia y la existencia. Y el viernes, en Badajoz, cerca de doscientos chicos convocados por la Coordinadora de Estudiantes nos invitaron a la compañera Julia Ripodas y a mi a discutir con ellos sobre el feminismo, el poder y la justicia...




jueves, 27 de abril de 2017

Educación y drogas.

Demonizar las drogas no sirve de nada. Los chicos saben, por experiencia (propia o ajena), o por simple lógica, que si la droga mueve tantas cosas (dinero, voluntades, artistas de moda), preocupa y escandaliza tanto y está tan prohibida, no puede ser que sea tan mala (si fuera tan mala nadie la querría y no habría que prohibirla con tanto ahínco). La primera regla de oro para educar a un adolescente es no tratarle como a un idiota. Las drogas, cabe llamar “recreativas”, tienen – como todas – contraindicaciones y peligrosos efectos secundarios (incluyendo los legales), pero también tienen efectos deseables para la gente que las consume. Con mil y un matices (hay gente que sabe de esto muchísimo), parece claro que todas ellas procuran estados psicológicos que podrían ser calificados, en sí mismos, de positivos (relajación, euforia, alegría, desinhibición y, a veces, una especie de abandono o de “liberadora” pérdida de conciencia). Así pues, si queremos que los jóvenes no incurran en “malos” hábitos tenemos que empezar por explicarles por qué son tan malas cosas que les parecen tan buenas a tanta gente... De todo esto trata nuestra última colaboración eldiario.es Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.  

jueves, 30 de marzo de 2017

Suicidio y acoso escolar.

Este artículo fue publicado originalmente por el autor en El Correo Extremadura



Hace unos días se hizo pública la impresionante carta de despedida de Diego, un chico de once años, que se suicidó hace unos meses en Madrid para evitar ir al colegio. Se aventura la hipótesis de que sufría acoso escolar, aunque el chico no reveló nada a sus padres, ni en el colegio – dicen – tenían el más mínimo indicio de la situación. Esto no prueba, en absoluto, que no existiera tal acoso: es muy normal que un niño acosado no denuncie el caso (ni a sus padres ni al centro), no ya solo porque corre el riesgo de que se ensañen con él, sino también – y esto es lo verdaderamente grave – por vergüenza y por miedo al rechazo de los otros. No hace falta ser psicólogo para saber que un adolescente que se presenta como víctima de sus iguales compromete seriamente su “prestigio” ante el grupo, incluso ante su familia y ante sí mismo. Y esto por más que su denuncia genere comprensión y compasión en otros muchos.

Por esto, creo que la solución al problema del acoso escolar no consiste, simplemente, en vigilar y castigar, ni en pedir al niño acosado que (¡encima de todo!) se enfrente al poder y se convierta en “delator”. Nada de eso sirve para casi nada. Incluso puede ser contraproducente. Todavía recuerdo cuando, de niño (cómplice pasivo, yo mismo, de acosadores), la más leve denuncia o queja ante los profesores condenaba al acosado (que todavía tenía cierta esperanza si aguantaba, se endurecía, y se encontraba otra víctima más débil que él) a la marginación absoluta – algo mucho peor, para un adolescente, que los golpes o los insultos –.

Tampoco vale hablar de derechos y valores como el que habla de la Santísima Trinidad. La Educación para la Ciudadanía y materias afines (borradas del mapa educativo, por cierto, por la malhadada LOMCE) son inútiles si en ellas no se discute, con argumentos comprensibles y convincentes, sobre los asuntos morales que subyacen al acoso escolar. Si algo no son los niños y adolescentes es tontos. Saben que la mayoría de los discursos sobre valores que rutinariamente declaman los adultos son hipócritas y vacuos. Es difícil encontrar a algún educador que sepa dar razones realmente convincentes de por qué hay que tolerar a los que son diferentes, o ser solidario con los más débiles (cuando, además, es mucho más divertido y “natural” burlarse o aprovecharse de ellos). Cuando yo estaba en la escuela, los floridos discursos de los profesores invitándonos a compadecer o respetar al alumno marginado no servían, normalmente, más que para aumentar nuestra antipatía por él.

De hecho, casi todo lo que representa realmente la institución y la vida escolar desmiente todo discurso posible contra el acoso. Como he escuchado decir estos días al filósofo y pedagogo Juan Antonio Negrete, el colegio es, intrínsecamente, una institución dirigida al acoso. Esto es, dirigida a inculcar en los niños la “dureza de la vida”, la competencia, el afán por el triunfo o, como gusta de decirse ahora, la excelencia, tanto en el aula (en donde se violenta constantemente a los niños con instrucciones, tareas obligadas y evaluaciones diarias), como fuera del aula, en donde los chicos se socializan en torno a modelos que destilan violencia y acoso (el emprendedor voraz, el deportista agresivo y obsesionado por competir, la mujer como objeto sexual...). Maltratar al chico, casi siempre demasiado sensible o inteligente, que no encaja en esos estereotipos, es parte del proceso de afirmación de quien los cultiva. Y esos valores y estereotipos son omnipresentes. En el centro educativo donde trabajo, y como conté aquí mismo hace unos meses (“Hijo, no quiero que acabes como BillGates”, 11/10/2015), las paredes de muchas aulas están adornadas con un panfleto donde se enuncian las reglas del éxito según un famoso empresario. En realidad, tales reglas se reducen a una: que la vida es un juego cruel de ganadores y perdedores, y que hay que prepararse y endurecerse para estar entre los primeros.

Así que, si de verdad queremos que casos como el de Diego no se vuelvan a repetir, tenemos que reflexionar sobre todos esos modelos que empujan a muchos chicos (y a no menos adultos) a percibir el mundo como una jungla en la que hay que pelear, competir, vencer y humillar a otros, para ser alguien en la vida. Porque esa percepción no se corrige, simplemente, con renuevos didácticos o recursos psicológicos. Se corrige, más bien, con el desarrollo del pensamiento crítico imprescindible para que los chicos puedan relativizar y eventualmente escapar de esos valores y modelos morales que los tiranizan (tanto a las víctimas como a sus verdugos). En educación no faltan innovaciones técnicas y pedagógicas, lo que faltan son teorías y decisión para afrontar lo que nadie parece querer afrontar de modo explícito: el problema de decidir en qué modelos y con qué valores queremos y debemos educar a nuestros jóvenes. Si la escuela ha de ser un instrumento de transformación social, y no solo un reflejo servil del statu quo imperante, debemos ser capaces de cuestionar y relativizar los valores vigentes e impedir que, como se desprende de la nueva ley educativa en vigor, se eduque a los chicos como a estudiantes coreanos, más pendientes de su rendimiento que de su bienestar y su integridad como personas. ¿Saben, por cierto, cuál es la principal causa de mortandad entre los adolescentes en Corea del Sur? Adivinen. El suicidio.


domingo, 12 de febrero de 2017

¿Cómo funciona la ciencia? Los saberes empírico racionales.


Los saberes empírico-racionales son aquellos cuyas verdades se justifican por evidencia experimental (por observaciones y experimentos científicos) y por inducción (generalización a partir de una cierta cantidad de datos experimentales). Por ejemplo, la verdad del enunciado “el agua hierve al alcanzar los 100 grados centígrados” será demostrada de modo empírico racional si una cantidad suficiente de experimentos indican que el agua sólo hierve al alcanzar los 100 grados. Como se supone que los experimentos permiten obtener respuestas directamente de la realidad (al menos, de su aspecto material y observable), los enunciados cuyo contenido es corroborado por los experimentos muestran, así, su correspondencia con la realidad y, por tanto, su carácter verdadero y objetivo. A los enunciados así demostrados (y con los que, en su mayor parte, se forman las teorías científicas) se les llama "enunciados empíricamente verdaderos", o "verdades de hecho"...

Como veis, a las verdades empíricas les ocurre como a las verdades lógicas: se pueden lograr de modo más directo (por evidencia experimental) o más indirecto (por inducción). A las verdades empíricas obtenidas por evidencia experimental también se les denomina "datos" o "enunciados observacionales", y son de carácter particular, es decir, expresan los resultados de observaciones concretas (por ejemplo: tal día, a tal hora, y en tal lugar, una cierta cantidad de agua hirvió a cien grados). De otro lado, las verdades empíricas obtenidas por inducción, constituyen las proposiciones más importantes de una teoría científica: sus tesis, teoremas, leyes, etc., y tienen siempre una forma general o universal, del tipo "Todo X es siempre Y" (Por ejemplo: "Toda cantidad de agua siempre hierve a 100º".). Las verdades inducidas dependen de los datos, pero, por su forma y significado universal, son más fundamentales que los datos para construir las teorías. Veamos ahora, con más detalle, como se producen ambos tipos de verdad empírica. 

Una verdad es empírica por evidencia observacional (es decir: es un enunciado observacional) si en ella se enuncian datos obtenidos de observaciones y experimentos que satisfagan ciertos requisitos: (a) todos los elementos o “variables” que vayamos a tener en cuenta (o puedan interferir) en el experimento u observación deben estar definidos y sujetos a control; (b) todos los datos relevantes para el experimento deben estar cuantificados con exactitud; (c) todos los pasos del proceso experimental deben estar predeterminados y deben poder ser ejecutados por cualquier experimentador que desee hacer el mismo experimento; (d) las conclusiones del experimento deben tomarse por acuerdo entre todos los experimentadores que han participado en el mismo.

 Por ejemplo, en el caso de que hiciéramos un experimento para demostrar que es cierto el enunciado “el agua hierve a 100 grados”, tendríamos que diseñarlo de manera que estuvieran definidas y controladas variables tales como el tipo de agua de que se trate, el tipo de termómetro con el que medimos su temperatura, la latitud, longitud y altitud del lugar en el que realizamos el experimento, la temperatura ambiente de dicho lugar, etc. (condición a). También tendríamos que cuantificar con exactitud datos tales como la composición del agua, la temperatura inicial y final, etc. (condición b). Los pasos del proceso deberían estarían claros, por ejemplo: en primer lugar se separarían tres probetas con cantidades distintas de agua pura, a continuación se calentarían a velocidades distintas, etc. (condición c). Finalmente, se admitirían resultados tales como: “observamos que el agua ha comenzado a evaporarse en el momento en que en cada probeta se ha alcanzado la temperatura de 100 grados” siempre que todos los investigadores participantes (o una mayoría significativa) afirmen observar lo mismo (condición d).

Las verdades empíricas obtenidas por inducción (los teoremas, leyes, o tesis empíricas de una ciencia) son aquellas que se obtienen por "generalización" a partir de un número suficiente de enunciados observacionales (o datos). Por ejemplo, yo solo podría afirmar que el enunciado "El agua siempre hierva a 100 grados" es cierto cuando dispongo de una cantidad suficiente de enunciados observacionales (resultado cada uno de ellos de un experimento u observación) que coinciden en afirmar que tal o cual cantidad y tipo de agua hierve a cien grados al calentarla de tal o cual modo y en tal o cual circunstancia. La inducción es muy utilizada en la ciencia moderna y consiste en justificar la verdad de un enunciado con significado universal y que es imposible de comprobar directamente (por ejemplo, que “todo los cisnes son blancos” es un enunciado que yo jamás podré comprobar) a partir de una suma de enunciados que sí podemos comprobar por observación (Este cisne que vemos es blanco; aquél cisne que vimos ayer era blanco, etc.). Naturalmente, esto implica un "salto lógico", pues "muchos" jamás equivaldrá a "todos". A este problema se le llama "el problema de la inducción". De otro lado, la inducción no puede proporcionar verdades "necesarias" (como las de los saberes lógicos), pues, por muchos que sean los casos o datos (la cantidad de veces que hayamos observado al agua hervir a 100 grados o a los cisnes ser blancos), esto no obliga a que siempre tenga que ser así: siempre cabe la posibilidad de que el agua deje de hervir a esa temperatura o de que nazcan cisnes no blancos...



En esta presentación podéis ver cómo funcionan los saberes empírico racionales (es decir, la ciencia):







domingo, 29 de enero de 2017

¿Qué es (de verdad) la verdad?


¿Qué es la verdad? ¿Lo que veo, lo que siento, lo que creo, lo que entiendo?... ¡Este es uno de los problemas más verdaderos de la filosofía! ¿O no? ¿Sabéis distinguir lo verdadero de lo falso?

Antes de nada. Solemos llamar “verdad” a una cualidad de nuestros pensamientos (proposiciones) o de las frases (enunciados) con que los expresamos. Una proposición o enunciado tiene la cualidad de "ser verdadero” cuando lo que pensamos o decimos con él se corresponde con la realidad. ¿Pero cómo sabemos que se corresponde?

1. Porque se ve, dicen algunos. Sé que el enunciado “El delantero ha marcado un gol” es verdadero porque lo acabo de ver por televisión (o porque alguien que lo ha visto, y del que me fío, me lo ha contado).

2. Porque se siente con el corazón, dicen otros. Es como una especie… de emoción.  Sé que es verdad que “la película de ayer era muy bonita” porque me gusto mucho.  

3. Porque quiero creerlo, por un esfuerzo de voluntad, como la fe. Qué “Dios creó el mundo” es verdad porque lo creo, solo por eso (aunque no tenga “pruebas”, ni entienda demasiado cómo lo hizo).

4. Porque tenemos pruebas experimentales. Sé que es verdad que “el agua hierve a cien grados” porque hemos hecho muchos experimentos, cuidadosamente diseñados, en los que se ve como el agua hierve a esa temperatura.

5. Porque, después de pensarlo, lo entiendo como necesario (no puede ser de otro modo). “Dos más dos son cuatro” es verdad porque razono y concluyo que es imposible que dos más dos no sean cuatro.

Según hagamos caso a uno u otro de estos “criterios de verdad” (por cierto: ¿cuáles serán los “criterios” más verdaderos, y por qué?) podemos hablar de:

Saberes racionales. Son los que obedecen al criterio (5), (4) y, a veces, un poquito el (3). Los que solo aceptan el criterio (5) son denominados “saberes puramente racionales” o “lógicos” (la filosofía se considera habitualmente como uno de estos saberes)Y los que siguen el criterio (5) y el criterio (4) (más, a veces, un poquito el (3)), se denominan “saberes empírico racionales” (son lo que llamamos “ciencias”).

Saberes irracionales. Son los que dicen obedecer los criterios (1), (2) y (3). Por ejemplo, lo que solemos llamar saber común o vulgar obedece a menudo el criterio (1). La gente piensa que nuestros juicios estéticos (sobre lo bonito y lo feo) obedece el criterio (2). Los dogmas o verdades religiosas obedecen, típicamente, al criterio (3).


La presentación de clase: 



Plantéate lo siguiente como ejercicio: de cada una de estas frases dí si te parece verdadera o falsa. Y explica, a continuación, bajo qué criterio has decidido que lo es. 


  • Ahora y aquí es de día.
  • Las ballenas no vuelan.
  • El profesor te ha propuesto que hagas este ejercicio.
  • Las personas de signo capricornio son muy testarudas.
  • La película X (imagina la que quieras) es muy buena.
  • Dos más dos son cuatro.
  • El sol es una estrella de tamaño medio.
  • Dios hizo los cielos y la tierra.
  • En cuanto entré aquí supe que esta iba a ser mi casa.
  • Dos cosas iguales a una tercera cosa son iguales entre sí.
  • Nosotros somos el pueblo elegido por Dios.
  • Esta frase es falsa.
  • Dios existe.
  • Me duelen las muelas.
  • El todo es mayor o igual que cualquiera de sus partes.
  • Se está produciendo un cambio climático en la Tierra.
  • Abusar de los más débiles es malo.


jueves, 26 de enero de 2017

¿Es aceptable diseñar genéticamente a nuestros hijos?


Una de las características del animal que somos es la capacidad técnica. Podemos fabricar objetos y transformar el medio ambiente para favorecer nuestra supervivencia. Esto es también frecuente en otros animales (pájaros que utilizan piedras para romper huevos, monos que fabrican y usan palos para "pescar" termitas, etc.). Pero el caso del animal humano parece especial. Nuestra capacidad técnica es incalculablemente mayor que la de cualquier otro ser vivo. Durante siglos, la técnica humana (la agricultura, la minería, la ingeniería...) ha logrado transformar radicalmente la naturaleza (cambiando bosques por campos de cultivo, horadando montañas, cambiando el curso de los ríos...). Pero más aún, desde hace muy poco tiempo, la relación entre la técnica, la ciencia moderna, y las empresas y Estados que se benefician de los nuevos descubrimientos, ha dado lugar a algo nuevo: la "tecnología" (o "tecnociencia"). La tecnología actual nos dota de unas capacidades inauditas y que dan mucho que pensar. Una de ellas es la capacidad de diseñar genéticamente el físico de nuestros hijos. Sin embargo, éste y otros "adelantos" provocan un gran rechazo en la gente.

¿Por qué crees que se produce ese rechazo, en concreto al diseño genético de los hijos, y en general a todo lo que hoy promete la tecnología?

¿No es mejor que controlemos los rasgos físicos con que van a nacer nuestros hijos, en lugar de dejarlos al "azar" natural? Si nadie deja al azar el aspecto, color, etc., del (por ejemplo) automóvil que va a comprar, ¿por qué vamos a dejar al azar el aspecto físico de algo mucho más importante, como son nuestros hijos? ¿Por qué resulta tan escandaloso diseñar el cuerpo de nuestros hijos y no, por cierto, diseñar su "alma", que es lo que hacemos cuando los educamos?
 
¿Qué pensáis de esto? ¿Preferirías diseñar a vuestro hijo o mejor dejarle esto a la "naturaleza"? ¿Por qué sí o por qué no?

AQUÍ TENÉIS LA VERSIÓN RADIOFÓNICA DE ESTA ENTRADA.




domingo, 22 de enero de 2017

¿Es la muerte un truco de magia?



La mayor parte de la gente piensa que la muerte es un mal inevitable ante el cual nada puede hacer la sabiduría. ¿Es esto cierto?

Quizás, al menos, el saber proporcione alivio. Epicuro, un viejo sabio griego, decía que el hombre jamás ha de preocuparse de lo que no puede hacerle daño, y la muerte –decía— no puede dañarnos pues cuando ella llega nosotros ya... no estamos. No es mal consuelo ¿Pero, de todas formas, es sólo consuelo lo que puede ofrecer la filosofía?

Pensemos por un momento lo que es la muerte. La muerte de algo o alguien significa que ese algo o alguien deja de existir, desaparece. ¿Pero es esto lógicamente posible? ¿Es posible que las cosas desaparezcan como desaparece un conejo en la chistera de un mago? Sí, es cierto, vemos cada día como los seres mueren (desaparecen) y nacen (aparecen), pero también vemos a los magos haciendo aparecer y desaparecer pañuelos en su mano y no nos fiamos, sabemos que es tan ilógico (que de donde no hay surja lo que hay y al revés) que sabemos que hay truco (aunque no sepamos cuál). ¿Por qué no pensamos lo mismo con la muerte (o el nacimiento)? ¿No es acaso la muerte igual de ilógica que las ilusiones de un mago? ¿No será, entonces, que la muerte no es más que ilusión?


Por otra parte, creemos que la muerte solo puede afectar a los cuerpos (son ellos los que enferman, se desgastan, se rompen, etc.). ¿Pero son las personas algo más que cuerpos? Pensemos en nuestros pensamientos, deseos, sentimientos o sueños... ¿Serán cosas físicas y corpóreas? ¿Tiene volumen un deseo? ¿Cuánto creeis que medirá un pensamiento cuando piensa en la longitud? ¿Se pone el cerebro amarillo cuando imagino ese color...?... Algunos piensan que los fenómenos mentales no son más que el funcionamiento del cerebro (aunque no les resulta nada fácil responder a las preguntas que hemos hecho); otros piensan que la mente es algo distinto del cerebro y del resto del cuerpo, por lo que la mente estaría libre de la muerte, y también las personas, pues éstas se definen por su forma de pensar y de sentir, no por la forma de su cuerpo... ¿Qué os parece esto? Es un viejo argumento filosófico acerca de la inmortalidad del alma.


Finalmente, incluso si la mente no fuera más que parte del cuerpo, el conocimiento actual sugiere la posibilidad de vencer a la muerte. Podría ser, por ejemplo, algo como esto: imaginad que vamos substituyendo los órganos de un ser vivo conforme vayan deteriorándose (mediante una técnica hiperdesarrollada de transplantes). Quizás al cabo de muchísimos años hayamos substituído cada una de las "piezas" de su cuerpo por otra igual, y sin embargo, aunque todo su físico hubiera sido renovado, su estructura o forma seguiría siendo la misma, por lo que ese ser vivo sería prácticamente inmortal. ¿Qué os parece esta idea?... Los filósofos, sabios mucho más viejos que los modernos científicos, han dicho lo mismo desde hace siglos: la estructura, la forma de los seres, lo que concebimos como su esencia, es inmaterial y, como tal, inmortal. …



A ver qué pensáis:



1. ¿Qué te parece el argumento del "truco de magia"? ¿No podría ser la muerte algo falso, una especie de ilusión, como los trucos de un mago? ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué?
2. ¿Es la muerte algo lógico o ilógico? ¿Y si fuera algo ilógico, puede existir lo ilógico?
3. ¿Crees que es la mente (tus pensamientos, deseos, emociones...) lo mismo que el cerebro o algo "más allá" del cerebro? Respondas lo que respondas, dí en qué razones o pruebas te apoyas.
4. ¿Qué te parece el último de los argumentos? ¿Podríamos lograr la inmortalidad substituyendo cada una de las "piezas" de nuestro cuerpo conforme se van estropeando? ¿Sí o no? (Y razona tu respuesta).
5. Algunos filósofos piensan que la muerte es, de alguna manera, lo que da sentido a la vida. ¿Qué crees tú?

Si pulsáis aquí tendréis la versión radiofónica de todo esto.

miércoles, 18 de enero de 2017

Dialoguillo de otoño sobre el sentido de la vida


Otoño. Un recreo como tantos. Cali (de Calixto) y Sofía discuten después de una clase de filosofía. Al rato aparece Marifé, una compañera de otra clase.

Cali-... Venga, no me digas... No sólo estás todo el día encerrado en el Instituto estudiando como un enano, sino que encima viene el de filosofía y dice que nada tiene sentido y que qué hacemos aquí... ¡Pues que lo digan antes y no venimos!
Sofía -. Ese es un truco. Él quiere que pensemos y nos demos cuenta de lo guay que es estudiar. Típico.
Cali-. Eso es lo que fastidia. Encima quiere el tío que vengamos contentos.
Sofía -. O no. Lo que este quiere es que pensemos. Que lo de filosofía es de pensar, vamos.
Cali -. Sí, de pensar en la hora de salir, no te j...
Sofía -. Pues no vengas tío.
Cali-. ¡Tú también con ese rollo! En la vida ha visto un profesor que te diga que no vengas si no quieres. ¡Pues que no venga él...!
Sofía -. O sea que en el fondo sí quieres venir...
Cali-. ¡J..., yo vengo porque tengo que venir. Porque si no mis padres pasan de mí..! Mira, yo aguanto aquí dos años, y después me piro con mi primo, y montamos los dos un pedazo taller de motos. Voy a tener una cacho de burra que vas a flipar, colega. Y pelas a mogollón. ¡Y de fiesta de jueves a domingo, sin parar! ¡Playita, tías buenas...! Jajaja...
Sofía.- Eres más simple que una persiana. ¿Vas a pasarte la vida de fiesta en fiesta?
Cali.- ¡Pues sí, con mis colegas! Nos hacemos unas juergas alucinantes. Y ligamos, marisabidilla, veinte veces más que tú...
Sofía.- ¿Qué colegas? Si son los que yo conozco, solo saben hablar de fútbol. Y para ligar, te recuerdo, tienes que tener una pizca de conversación, y algo en la mollera que no sea calimocho...
Cali-. ¿Qué diiices?
Sofía.- Qué tu y tus colegas sois menos interesantes que una patata...
Cali.- ¿Y tú qué, premio nobel? ¿Estás investigando la vida de los delfines? ¿Compones música? ¿Estarás filmando ahora mismo, supongo, una película genial?...
Sofía.- Todavía no... Pero... Sí, me gustaría... No sé, levantarme todas las mañanas con la ilusión de hacer algo realmente valioso, y no simplemente pensando que me espera un trabajo aburrido y esperando que llegue el fin de semana ... Mira, leí una vez una frase, algo así como: “vivir no merece la pena, si no hay algo por lo que estés dispuesto a morir”.
Cali.- ¡Puff!... Eso es un rollo. Lo que hay que hacer es vivir a tope el momento y pasar de comerse el tarro. Como dice mi madre, para cuatro días que vamos a estar aquí...
Sofía.- No te entiendo. ¿Vivir a tope es venir sin ganas al Instituto o al trabajo, mirar la tele e irse de marcha todos los viernes con los colegas? Así, un año tras otro... ¿Crees que cuando tengas cuarenta años no vas a pensar que has desperdiciado tu vida, y que no has hecho más que poner tornillos en el taller y beber cerveza?
Cali.- Y mantener a mi familia, ojo. ¿Es que eso no es suficiente?
Sofía.- Para mí, no. Mucha gente tiene familia porque todo el mundo la tiene, por no estar sólo. O yo qué sé. Para que sus hijos tengan hijos y así una y otra vez, como hormiguitas, todos por el mismo camino...¡¡Eso no tiene sentido!!
Cali.- ¿Y lo que tú quieres hacer sí? ¿Para qué te vas a romper la cabeza haciendo cosas? Te vas a morir igual. Bueno, igual le ponen tu nombre a una calle, pero tú no te vas a enterar... Y cuando haya una guerra, o se acabe el planeta, ni calle vas a tener.
Sofía.- ... Mira, ahí viene la Marta. ¿Qué pasa, Marta, qué tal el examen de mates?
Marifé.- Yo qué sé, no tengo muy buena impresión. ¿Y vosotros, de qué habláis, que os veía discutir desde lejos?
Cali.- ¡Del sentido de la vida, jaja!
Marifé.- Hala, sí que os ha dado fuerte la filosofía, ¿no?
Cali.- Esta, que no sabe qué hacer con su triste existencia.
Sofía.- De triste nada, melón. Lo que quiero es no ser un cacho ladrillo como tú...Hablaba de saber qué sentido tiene lo que hacemos, estudiar y todo eso. Y de qué me gustaría encontrar algo por lo que luchar y que diera significado a mi vida...
Marifé.- Yo ya he decidido que voy a hacer medicina. Mi hermana ya ha empezado y dice qué es superduro pero mola tía, salvar a los demás y todo eso.
Sofía.- Ya pero, ¿para qué? Al final van a morir también.
Marifé.- Sí tía, pero los médicos cada vez saben más cosas. Y además yo quiero ayudar a los demás. Yo creo que sería feliz así...
Cali.- ¿Feliz? Vas a estar todo el día con enfermos deprimidos, rodeada de sangre y de gente gritando... Y además, como dice ésta, al final todo el mundo se muere.
Marifé.- Sí, pero gracias a mi van a sufrir menos, y van a vivir más tiempo. Los médicos son más necesarios que cualquier otra cosa. Además, la mayoría acaban siendo buenísimas personas, y con mucha experiencia. Mi tío es médico jubilado y cuenta historias superbonitas; yo hasta lloro a veces...
Cali.- (Con ironía) Tía, qué buena vas a ser. Seguro que vas al cielo.
Marifé.- Eso no lo sé. Pero si sé que Dios me ha puesto en este mundo para hacer el bien a los demás.
Cali.- Sí, hombre, que Dios está ahí arriba organizándolo todo desde su oficina... ¿Y eso como lo sabes?
Marifé.- Ya estamos. No todo tiene explicación, Cali. Con estas cosas o se tiene fe o no. Y punto.
Cali.- Vale, pues yo no me creo esos rollos de curas. Paso.
Sofía.- (Un poco cabreada) ¿Y por qué sigues aquí y no pasas de hablar con nosotras? ¿No dices que pasas de todo?... Pues venga...
Cali.- Bueno, tía, no te sulfures. ¿Qué pasa, que tu también le das al incienso y al agua bendita?
Sofía.- No. Yo tampoco creo mucho en Dios. Y eso de que hizo el mundo en siete días, y que si el hijo crucificado, y la virgen... Buf. A mi al menos no me entra en la cabeza...Pero yo también creo, como Marta, que tengo que estar aquí para algo. Qué todo esto tiene algún sentido. El de filosofía dice que todo tiene que tener alguna explicación lógica.
Marifé.- ¿Sí? ¿Cuál? Explícamela, anda.
Cali.- Macho, estáis flipando las dos. O sea: no me puedo creer que estéis teniendo esta conversación. Que no...

Si quieres escuchar la versión radiofónica de este diálogo, pulsa aquí.



ACTIVIDADES
1. En el relato se plantea el problema del sentido de la vida. ¿Cómo le explicarías ese problema a un amigo tuyo (es decir, con tus propias palabras)?
2. En el diálogo se muestran tres actitudes distintas ante el problema del sentido de la vida. ¿Cuáles son? (Explícalas brevemente) ¿Con qué personaje relacionas cada una de ellas? (Puedes buscar información sobre esas tres actitudes en los apuntes)
2. Inventa un personaje que se identifique contigo, ponle un nombre, y haz que intervenga al final del diálogo exponiendo su (tu) propio punto de vista CON TODOS LOS ARGUMENTOS DE LOS QUE SEAS CAPAZ.
Ejemplo: 
S.- Anda, mira quién viene por ahí. ¿Qué tal? ¿Qué te ha parecido a ti lo de la clase de filosofía, lo del sentido de la vida y ese rollo? ¿Cuál es el sentido de la vida para ti?
Tu nombre en el diálogo.- ......................................................

martes, 17 de enero de 2017

El sentido de la vida.



Hace muchos años, después de una clase sobre las teorías acerca del universo, un alumno esperó que todo el mundo se fuera y se acercó, se sentó frente a mi mesa, y sacando las palabras de algún lugar muy remoto de sí mismo, me dijo, mientras me miraba absolutamente aturdido: “Profesor...QUÉ RARO ES TODO”... La frase no era nada especial, pero sí lo fue la intensidad con que la dijo. Ese alumno no sólo estaba diciendo una frase, la estaba viviendo, padeciendo, estaba invadido por ella...Casi parecía que era la frase la que le estaba diciendo a él... Jamás se me olvidará la manera en que la dijo...


  
....Y a vosotros. ¿No os parece también raro todo esto? ¿De dónde ha salido este Mundo? ¿Por qué existe? ¿Para qué?... ¿Y nuestra propia vida? Nacemos y vivimos (según nos dicen) en el tercer planeta de una estrella perdida en un rincón de uno de los brazos de una de las miles de millones de galaxias, viajando a toda velocidad hacia los confines del Universo... ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Tenemos alguna misión especial en este mundo? ¿Qué pintamos aquí?...

Decía el filósofo José Ortega y Gasset que nuestra vida es como un “fenómeno deportivo”, un mero juego sin más sentido que el de jugar por jugar... Al fin y al cabo, para qué esforzarse seriamente en nada, si todo acaba en la nada de la muerte... Por eso decía otro filósofo (Jean Paul Sartre) que el hombre es una “pasión inútil”. ¿Estás de acuerdo? ¿Es inútil tu vida o tiene algún sentido? ¿Cuál?

Si queréis leer y escuchar algo más sobre el problema del absurdo y el vacío existencial, podéis leer y escuchar, en esta entrada,  o en este programa de radio: http://www.rtve.es/alacarta/audios/viaje-al-centro-de-la-noche/viaje-centro-noche-viajamos-vacio-2-09-11-14/2851263/