miércoles, 28 de septiembre de 2016

Cuatro temas de conversación para seducir a un filósofo

Creo que tenemos ya claro que nos interesa estar con gente interesante, con las que podamos compartir y medir nuestras ideas y aprender. ¿Y habrá alguien más loco por las ideas que un filósofo? Durante este curso vamos a traer a la caverna a estos filósofos (o, mejor, a sus ideas). Ya veremos mediante qué técnicas parapsicológicas. La cosa es que una vez se nos aparezcan se (nos) queden (dentro). Ya os podéis imaginar que son gente muy inquieta y que no tolera el aburrimiento. Para enrollarse con un filósofo nada mejor que sacar los siguientes cuatro temas de conversación, que son también las cuatro grandes preguntas o ramas de la filosofía. Y las cuatro cosas que más importa pensar y saber en la vida, creo yo (aunque esto también habrá que discutirlo, claro). 

  1. La pregunta ontológica (o metafísica): ¿QUÉ ES LA REALIDAD? Ojo, que esta pregunta admite variaciones: ¿Qué significa serexistir? ¿Qué cosas son realmente reales? (de esto se ocupa la ontología general) ¿Qué es la naturaleza? (este es el tema de la cosmología o filosofía de la naturaleza) ¿Existe una realidad perfecta o divina?  (de esto trata la teología filosófica)… ¿Y qué decir de esa realidad que parece estar entre la naturaleza y Dios: nosotros, los seres humanos, la sociedad, la historia, la cultura…? ¡Un momento! Esta última pregunta es tan importante que merece un apartado propio…


    2. La pregunta antropológica (o psicológica): ¿QUÉ ES EL SER HUMANO? ¿Qué lugar ocupamos en el cosmos? ¿Somos algo más que animales muy complicados? ¿Somos algo más que cuerpo y cerebro? ¿Qué tipo de realidad es la mente? 
    ¿Cómo influye la cultura en lo que somos? ¿De dónde venimos, para qué estamos aquí, y a dónde vamos cuando llega la muerte?...                                                                                                                                                                                                                                                  3. La pregunta epistemológica (o gnoseológica), que se refiere a la relación teórica que hay entre el ser humano y la realidad, es decir: el conocimiento. ¿EN QUÉ CONSISTE EL CONOCIMIENTO? ¿Cómo podemos estar seguros de que estamos seguros de algo? ¿Cómo sabemos que lo que pensamos, decimos, oímos, teorizamos...es verdad? ¿Qué es de verdad la verdad?...                                                                                                                  4. La pregunta ética y política (y también estética) que atiende también a la relación entre nosotros y el mundo, pero esta vez, a la relación práctica.  ¿QUÉ  DEBERÍAMOS HACER PARA QUE LA REALIDAD FUERA MEJOR DE LO QUE ES? ¿Qué es lo que hay que hacer para ser buenos y felices? ¿Y para que la sociedad sea más justa? ¿Y para que las cosas sean más hermosas? ¿Qué es lo bueno? ¿Qué es lo justo? ¿Qué es lo bello?



La belleza, la justicia, la bondad, la verdad, la existencia humana, el mundo.... Lo que es todo, lo que somos nosotros, lo que podemos saber, lo que debemos hacer... ¿Se pueden tener ideas más grandes y poderosas que aquellas que tratan de todo eso? ¿Hay algún otro tema de conversación interesante que no esté relacionado de algún modo con estos cuatro? ¿Cuál? 

1. Piensa y cita los 10 temas de conversación que te parezcan más interesantes del mundo, e intenta relacionarlos con alguna de las cuatro cuestiones fundamentales de la filosofía que hemos citado aquí.

2. Busca algún tema de conversación que, a tu entender, no tenga relación con ninguna de esas cuatro cuestiones.



viernes, 16 de septiembre de 2016

¿Cuándo empieza uno a hacerse filósofo?


Cuenta un viejo sabio (al que los griegos llamaban Platón) que los hombres somos como prisioneros en una oscura caverna. En ella vivimos atados de tal modo que sólo podemos mirar hacia la pared del fondo, en la que aparecen imágenes con voz y movimiento. Es como si desde pequeños viviéramos en una sala de cine (o ante un televisor) y solo pudiéramos ver una pantalla en la que constantemente se proyectaran imágenes. O peor aún, es como si desde niños pasáramos el tiempo en aulas como esta, encapsulados en pupitres de forma que solo pudiéramos mirar la pizarra en la que el profesor de turno dibujara y escribiera sin parar… Resultado: creeríamos que el mundo no es otra cosa que lo que aparece en esa pared (o pantalla, o pizarra)…



Así vivimos todos los humanos -dice el filósofo Platón- antes de empezar a filosofar: creyendo que el mundo es lo que vemos (y lo que oímos que nos dicen) desde pequeños…  ¿Pero es el mundo así de verdad?...  Llega un día en que uno se despierta de ese sueño que da la penumbra (y el aburrimiento) de la caverna (la tele, el aula…)

y comienza a hacerse preguntas, a discutir lo que le dicen, a no creerse ni hacer las cosas sin más, “porque sí”, o porque lo dice alguien poderoso... ¿Por qué van a ser las cosas como tú dices? –le decimos entonces al cavernícola jefe— . ¿Por qué es el mundo como es (tan raro y contradictorio a veces)? –nos preguntamos a nosotros mismos— ¿Es realmente así?... ¿No podría ser más justo, la gente más buena, la vida más bella y feliz?... ¿Cómo?... ¿Y yo, qué pinto aquí yo, cómo he venido a parar a esta caverna? ¿Obedezco y hago lo que me dicen, o mejor me atrevo a hacer lo que yo quiera? ¿Pero, claro, qué es lo que yo quiero realmente?...  
Estas y otras mil preguntas invaden al cavernícola que, un día, decide apartar la vista de la pantalla o la pizarra y pensar por su cuenta. Y esto, preguntarnos y pensar por nuestra cuenta, es también lo que queremos hacer aquí. La filosofía es…esa manía que nos entra a algunos de querer saber y vivir por nosotros mismos, bajo nuestra responsabilidad, como si dirigiéramos nuestra propia película, abriendo bien los ojos y pensando y haciendo solo lo que nosotros consideramos verdadero, justo, bello… Eso sí, como pensar por nuestra cuenta no es tarea fácil (a uno le llegan a volver loco las dudas), no es mala cosa que compartamos los pensamientos con otros con la misma inquietud que nosotros. Y eso, dialogar, pensar juntos, es también lo que más haremos aquí... 


Para empezar el próximo día, vete pensando y respondiendo:
1) ¿Qué te sugiere a ti el cuento de la caverna?
2) ¿Serías capaz de inventar un cuento distinto que tuviese el mismo significado?
3) ¿Qué crees que significa, filosóficamente, que seamos unos "cavernícolas"?

miércoles, 14 de septiembre de 2016

La primera clase de filosofía

Todos los años me pregunto por qué quiero yo dar un curso de filosofía. Y también me pregunto por qué habéis de quererlo vosotros (si la filosofía fuera solo una cuestión mía o de unos pocos, como la astronomía o el rugby, no valdría mucho, ¿no?).

Pensad un momento y decidme por qué acudís al instituto, o a cualquier otro lugar que os guste más (es decir, cualquiera). ¿Por qué preferís vivir como vivís, dejándoos llevar o decidiendo hacer esto o aquello? O, sencillamente: ¿por qué vivís, para qué?.. Me apuesto mi sueldo de todo el curso a que la respuesta es esta: todo lo que hacéis (o dejáis de hacer) es... por algo que tenéis en la cabeza, es decir: por ideas. Seamos o no conscientes de ellas, sean nuestras o de otros, sean buenas o malas, tenemos la cabeza llena de ideas, y todo lo que hacemos, percibimos, sentimos, deseamos y pensamos (sobre el mundo, sobre nosotros mismos, sobre los demás...), todo-todo depende de esas ideas. Hasta respirar lo hacemos (mecánicamente) porque pensamos que mola vivir; en otro caso nos pondríamos la soga al cuello y dejaríamos de hacerlo... ¿O no?
Fotografía de Chema Madoz

Pues bien, la filosofía no es más que el deseo de hacerte consciente y dueño de tus propias ideas y, por tanto, de tu propia vida. Aquel que es consciente de las ideas que le mueven en la vida, puede criticarlas y mejorarlas (y, así, mejorar también su vida). 

¿Y esto de hacerse uno consciente de las ideas como se hace? Fácil (¿fácil?): a través de la reflexión. ¿De la qué? La reflexión es algo así como obtener un "reflejo" de las ideas que tenemos en el coco; como ponerlas "frente a un espejo". Es pensar en lo que pensamos. 

La reflexión se hace de dos formas: el monólogo (me flexiono y me pienso hacia dentro), y el diálogo (que es el arte de flexionarme hacia fuera, y de hacerme flexible para con las ideas de los demás, para comprenderlas y asimilarlas y así no ser tan... "idiota"). 

El idiota es el que cree que sus ideas son "LAS IDEAS" (es decir, el que se cree sabio). Pero esto suele ser falso. Ni nuestras ideas son nuestras (casi siempre las hemos aprendido de otros), ni son más que verdades a medias (y eso en el mejor de los casos). Así que, para que sean más grandes y hermosas (y nosotros con ellas) tenemos que verlas y buscarlas como piezas de un enorme puzzle del que participamos todos. 

Esto que voy a decir es un poco raro, pero dejar de ser un idiota (ese es el objetivo de la filosofía) tiene que ver con buscarnos en el espejo y el eco de los demás. Los demás, los otros, son como las ideas que no tenemos. Por eso es tan importante el diálogo, la comunicación, el amor, es decir, el deseo de comprender a los demás (de comprender sus ideas) y de compartir con ellos nuestros pensamientos. Comprender (escuchar, leer...) a los demás, y comunicarnos con ellos (hablar, escribir...), es como abrazarlos en esa parte suya que no se ve ni se toca, en la más íntima, allí donde están de verdad y de donde proviene toda su vida, en la parte de... sus ideas. 



Bienvenidos a este curso de amor y filosofía (si es que no son lo mismo).  

Como actividad de bienvenida os invito a escuchar uno de nuestros programas de radio (pulsar aquí) y a contestar, después, a estas preguntas (puedes hacerlo en los comentarios a esta entrada):
1. ¿Hay alguna actividad que sea la "más propia"
 del ser humano? ¿Cuál podría ser y por qué?
2. ¿Crees que hay trabajos más dignos de un ser humano que otros? ¿Cuáles podrían ser esos trabajos y por qué?
3. ¿Es la actividad de pensar la más importante de todas, o habría alguna otra más fundamental (piénsalo y dí cual)?